- Creo que con Bach ya he llorado bastante, Fernando.
- Qué trágica que estás hecha, cómo si llevases una vida horrorosa...
- Horrorosa no, vacía quizá.
- Y ahora me dirás que está vacía porque ni yo ni mi violín del siglo XVII te acompañamos.
- No es eso, Fernando. Tú ya me das un poco igual.
- ¿Igual? Sabes que eso no es cierto. ¿De dónde viene esa melancolía, si no? ¿No me dirás que es todo por un martillo neumático y un destructor de papel?
- No, simplemente es porque pensaba que, después de una cosa muy mala, vendría algo muy bueno.
- La zorra estúpida y su teoría del equilibrio cósmico. ¡Qué desgracia de ilustración la tuya!
- Desgracia, sí. Desgracia no compensada.
- Nada compensa las desgracias, bien lo sabes. El día que me conociste te robaron una bicicleta. Pensaste que te llevarías algo a cambio y ya ves... Al final te quedaste sin bicicleta, sin mi y sin una chacona antes de dormir.
- Sí, al final siempre me quedo sin nada.
Henry Purcell, "O solitude, my sweetest choice", Z 406
Andreas Scholl
Accademia Bizantina
Stefano Montanari