
La quietud se ha adueñado del Museo del Prado. Y es que, si algo se puede destacar de la obra de Jean Siméon Chardin (1699-1779) es el ambiente de profunda serenidad que transmiten sus obras. Unas obras que, según Pierre Rosenberg, comisario de la exposición, se definen con una sola palabra, silencio.
La exposición que presenta el Prado, primera monográfica que se le dedica al pintor en España, reúne 57 piezas que resumen perfectamente la escasa producción de Chardin. Se trata de una trayectoria que comienza con unas naturalezas muertas que, en palabras de Diderot, tratan de hacer bello lo que se considera feo. De esta época son La raya (1725-1726) o Liebre muerta con zurrón y petaca de pólvora (1728).
En una segunda sección, la figura humana irrumpe en la obra de Chardin. En estas escenas de género, fechadas a partir de 1733, el mundo infantil y juvenil tiene un gran protagonismo y es tratado con gran ternura. Los niños de Chardin se hallan absortos en su juego y sumidos en un ambiente de profunda calma. De esta época destacan Pompas de jabón (1734), La niña del volante (1737) o El benedícite (1740), regalo del pintor a Luis XV.
La exposición finaliza con una serie de naturalezas muertas, todas ellas posteriores a 1748. Estas se distinguen de las primeras por el empleo de una mayor variedad de objetos y por la uso de composiciones más complejas. De entre todas las pinturas, destaca Ramo de claveles, tuberosas y guisantes de olor en un jarrón porcelana (h. 1755), verdadero anticipo de lo que será el género floral en el impresionismo y, concretamente, en la obra de Henri Fantin-Latour.
Por todo lo anterior, la exposición permite al visitante, especialista o profano, adentrarse en la obra de Chardin, un pintor poco conocido, pero contemporáneo de Watteau, Boucher o Fragonard. Un pintor admirado por Cezánne, Matisse, Picasso o Lucian Freud. Un pintor que, en sus propias palabras, se sirve de los colores, pero pinta con el sentimiento.
Chardin 1699-1799
Museo Nacional del Prado
Del 1 de marzo al 29 de mayo de 2011
Salas A y B, planta baja. Edificio Jerónimos.
Si pretendes robar mi puesto como crítica de arte, deberías empezar con los meta-porno-artistas. Ser crítico con algo que te place no es tan difícil. O sí. Aún no lo tengo claro.
ResponderEliminarP.D. Supongo que das por hecho que he tenido que googlear para saber qué más pinta el tal Chardin. Cualquiera diría que estudio Historia del Arte.