
Esta mañana dos amigos han dejado de serlo. No hubo discusión alguna, ni gritos, ni lágrimas. Cada uno seguía sintiendo cariño por el otro. Simplemente, uno de los dos no pudo seguir con la amistad. Compartir parte de su vida con el amigo le hacía feliz y, a la vez, tremendamente desgraciado. Porque la infelicidad pesaba más, aquel decidió romper. Por cobardía, valientemente... Poco importa.
Vimos a los dos amigos, explicando uno y tratando de comprender el otro por qué habían acabado así. Los vimos después despidiéndose, abrazados, deseándose cosas bonitas.
- Cuídate, cuídate mucho.
- Lo haré.
- Si me necesitas, ya sabes dónde buscarme.
- No me mires así, por favor.
- ¿Cómo quieres que no te mire así?
- No me mires así o acabaré por echarme a llorar. Ve, ve, por favor.
Vimos, finalmente, como uno de ellos se quedaba mirando al otro que, cabizbajo, se iba alejando. Hasta que la ciudad, grande y fría, lo hizo desaparecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario