miércoles, 11 de mayo de 2011

Esperando a Tatiana Dimitrevna


Queridos míos, inaugurando lo que puede ser un ciclo internacional, esta semana me he tornado en una zorra pro-rusa. Sí hijos, sí. Y yo me pregunto qué sabéis vosotros, ilustrados lectores, de la Federación Rusa. Efectivamente. Ese país donde vive gente maravillosa y, en el tema de política, ha habido algunos cambios. Miss Melilla 2011, cráneo privilegiado, dixit. Pues bien, frivolidades a parte, os voy a explicar qué tengo yo con Rusia.

Esta semana he descubierto que me encanta la literatura rusa. Dostoievski siempre me ha gustado, aunque, secretamente, he de decir que lo encuentro un poco gris, un poco pelma. Sin embargo, recientemente, me he encontrado con Tolstói. La lectura de Ana Karenina me esta dejando impresionado. Ojalá pudiese vivir yo un adulterio como ese. Tanto es así, que el volumen de casi medio kilo me acompaña a todas partes. Por las noches, acompañado del Concierto para violin en re mayor de Tchaikovsky, provoca un placer inenarrable. Deliciosamente ruso.

Sin embargo, lo que pone la guinda al pastel, es la inminente llegada a la Corte y a mi pequeño convento de la que podemos llamar Tatiana Dimitrevna, substituta temporal de una de mis compañeras de piso, a quien, cafetera y gas encendidos a parte, adoramos. Dicen que es de fiar, pero ¿quién sabe? Me llaman alarmista, pero yo estoy convencido de que nos va a llenar la casa de horteras cantantes armenios, terroristas chechenos o, peor aún, de camorristas albano-kosovares. Los rusos y su proberbial solidaridad con otros pueblos eslavos... En fin, para cubrirme las espaldas, tendré que acabar por hacerme amigo del señor Putin o devoto del señor Lenin. Sí eso último haré. Al fin y al cabo, el rojo soviético siempre me ha sentado muy bien.

2 comentarios:

  1. me parto con tu humor jajajaj es tu mejor entrada sin duda!!!

    ResponderEliminar
  2. Dedicada a ti con todo mi amor! Espero que a Tatiana Dimitrevna no le importe.

    ResponderEliminar