
Medita cómo le ha engañado la Prudencia,
cómo confiaba en ella siempre - qué demencia-,
que le mentía: "Mañana que hay tiempo bastante."
CAVAFIS, Poesía Completa.
Leyendo el pasaje anterior, esta tarde me he puesto a llorar. Ha empezado flojito, como si orballase, pero luego ha arreciado, convirtiéndose en un llanto persistente. Las lágrimas corrían como si de un gran chorro se tratase. Era imparable. Tchaikovsky y su trío para piano no contribuyeron a mejorar nada. Después, la muerte de Violeta en La Traviata me hundió bajo una losa de melodrama. Era como un nudo que cuanto más te empeñas en desenredar, más enredado se torna.
Y todo por qué, sólo bastó una frase, "Mañana que hay tiempo bastante". En ella está la raíz del problema, la Prudencia, un monstruo de tres cabezas, y el futuro, siempre incierto. En lo que llevo de vida siempre he tenido la prudencia de preocuparme de qué voy a hacer mañana, de qué voy a ser mañana y de cómo conseguirlo. Ahora, por el contrario, estoy en un momento en el que no sé qué voy a hacer, en el que no sé qué quiero ni cómo conseguirlo. Siempre ha sido una etapa tras otra y ahora solo me queda el vacío. Y el vacío no es para mi sublime, como en un cuadro de Friedrich, es agobiante, como en una novela de Camus. Sí, queridos míos sí, hoy soy la zorra existencialista. Todo muy años cuarenta.
Menos mal que luego una persona muy especial me ha salvado. Me ha recordado que, a pesar de todo, todavía conservo cosas buenas y que mejores están por llegar. A ello trato de agarrarme. Sin embargo necesito que todo vuelva a rodar, poder volver a rodearme de cosas hermosas y volver a la vitalidad de antaño. ¿Dónde está mi yo mordaz? ¿A dónde se ha ido mi sarcasmo? El tiempo lo ha barrido todo, lo ha consumido.