
Tras un tiempo de intensa sequía intelectual, vuelvo a disfrutar de la cultura. Así, a cada paso, me encuentro películas que me encantan, melodías que me cautivan, espectáculos que me fascinan y libros que me subyugan. Recientemente, me ha atrapado El color prohibido, maravilloso libro escrito por el japonés Yukio Mishima y publicado en 1953.
Al parecer, en japonés la palabra "color" se utiliza también para designar el amor erótico. Sí, el lejano oriente siempre tan metafórico... "Color prohibido", por tanto, aludiría a un erotismo imposible, socialmente inaceptado. Esta idea de imposibilidad planea a lo largo de todo el libro. Sunshuké Hinoki, viejo escritor en la cumbre de su fama, desea vengarse de las mujeres. Su edad y su posición se lo impiden. Para consumar su venganza se vale del joven y bellísimo Yuichi, personaje amoral que acaba por convertirse en una marioneta en manos del escritor. Sin embargo, la belleza del muchacho y el deseo del viejo pronto tornarán en imposible el acuerdo entre ambos.
El planteamiento es sencillo. Sin embargo, el libro acaba por convertirse en un brillante juego de contrastes. Vida pública y vida privada, belleza y fealdad, juventud y vejez, vida y muerte. Todo narrado en un lenguaje aséptico, pero que, a la vez, va desgarrando, uno por uno, a todos los personajes. Y es que, en un libro en el que todos los personajes son culpables, el narrador, frío e impasible, no tiene más remedio que actuar como juez. Juez del delicioso sufrimiento oriental.
Yukio Mishima, El color prohibido
Traducción de Keiko Takahashi y Jordi Fibla
Alianza editorial 2010.
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